miércoles, 11 de noviembre de 2015

Te quiero sin quererte
y te miro sin mirarte.
Mientras tú amas sin amor
y observas sin mirarme.


Y en esta confusión
donde eres lo que no
anhelamos impacientes
encontrar aquel rincón
donde te mire y tú me mires
y te alcance y tú me toques


Y entre roces y gemidos
descubramos el color
más íntimo de la noche.

Árboles de Amor




Porque si el amor creciera en arboles no habría problemas para determinar quién ama más. No dudaría nadie de cuanto le aman porque sabría con certeza el tamaño del fruto mismo y vería con sus ojos la firmeza y color del amor.

Sin embargo, si el amor creciera en arboles, lo plantarían las compañías para venderlo en botellas y así lucrar del más puro de los sentimientos perdiendo así su simpleza.
Quizás se comerían las aves sus frutos y jamás se darían cuenta del invaluable costo del rojo que las alimenta, o crearían con las ramitas secas sus nidos y vivirían por siempre rodeados de amor sin saberlo.
Podrían quizá utilizar los árboles como su hogar y poner sus huevos en niditos de amor que pasarán desapercibidos por transeúntes muy concentrados en su diario afán.
Quizá se marchitarían sus hojas y se pudrirían los frutos porque el ser humano nunca vio su valor.