La luz se apaga y los sonidos surgen.
La luz se apaga y el temor incrementa.
La oscuridad se despierta, lentamente abre sus párpados, levanta su cuerpo, estira sus brazos, y se pone de pie.
Y al despertar la oscuridad se duerme el día; se duerme la luz, calla su voz, y se deja llevar en brazos de Morfeo.
La oscuridad se fortalece; extiende su alcance; pierde sus límites y se deja llevar a donde no ha llegado antes, tienta la luz, mas la luz solo duerme.
La oscuridad descubre que no sólo la luz la limita sino también la alegría.
La oscuridad se alía con el temor y juegan traviesos descubriendo de lo que son capaces.
Y descubren que juntos son más fuertes, juntos los límites huyen de ellos.
Juntos se adentran en el alma toman posesión primero del corazón y juegan con él; descubren cómo hacerlo palpitar más rápido, cómo hacerlo rogar por oxígeno.
Juntos se escurren por el cuerpo hasta llegar al cerebro y allí todos pierden la cordura. Allí todos batallan por ser el más fuerte; allí todos se creen el líder. Es allí donde todos olvidan la existencia de la luz y gritan gozosos de su descubrimiento.
La luz duerme y es feliz porque sueña con la alegría. La luz descansa.
Y entre más tiempo pasa la luz dormida más fuerte grita la oscuridad y todos perdemos la cordura.